martes, 15 de diciembre de 2009

Sur de Tailandia

Apenas hubo tiempo para desembarcar, le tomo solo unas cuantas horas al avión separarnos de nuestra querida Birmania, pero aun seguíamos sin volver a la realidad, o de la realidad (mejor ciertas preguntas dejarlas a un lado).
Algunas horas después de dejar el aeropuerto de Bangkok ya estábamos camino a Koh Tao, el último de nuestros destinos situado en una isla al sur de Tailandia, donde nos dedicaríamos simplemente a descansar y de alguna manera nos prepararíamos para la vuelta.


Así que casi saltando la capital utilizamos el día para movernos, primero en autobús y luego en barco. Nos dejaron a las 4 de la mañana en el puerto donde esperamos hasta las 6:30 para tomarnos el barco que len algo menos de 4 horas de navegación nos dejó en la isla de Koh tao.
Una vez en tierra firme negociamos donde realizaríamos nuestro curso de buceo, principal actividad de la isla. La escuela Big Bubble fue la elegida de entre “muchas” y en 4 días nos entregarían, luego de cumplir con las clases prácticas y teóricas nuestro certificado de Open Water PADI que nos capacitará para realizar inmersiones a 18 metros de profundidad en cualquier parte del mundo. Las clases además incluían el alojamiento mientras duraba el curso, por lo que no fue necesario negociar donde dormir, solamente ver cual nos gustaba mas de entre los que rodeaban a la escuela. El Tropicana pareció ser la mejor opción de ente los vistos así que ahí dejamos las cosas.
Los primeros días los dedicamos a asistir a clases, no fue tan grave por que los días estaban bastante feos y no había mucho más que hacer. El día que comenzamos las clases prácticas ya había vuelto el sol, así que no le podíamos pedir mas a la suerte. Así, de a poco nos acercamos cada vez más al fondo, disfrutando de un mundo tan hermoso como el de la superficie pero que no estamos habituados a verlo. La costumbre a veces puede hacernos perder nuestra sensibilidad.
Bajo el agua, estábamos tan a gusto que, contrariamente a lo que sucede en las primeras inmersiones, consumimos muy poco de nuestras botellas, lo que hizo que estemos largo ratos bajo el agua, en algunas más de 50 minutos. Lo normal es que uno no llegue a relajarse del todo, respirando a mayor velocidad de lo normal lo que hace que la botella dure menos tiempo, por lo general algo mas de media hora.
El último día realizamos dos inmersiones de casi una hora, nos topamos en el fondo como lo habíamos hecho en las anteriores inmersiones, con el fabuloso Titan Tigre Fish, un pez de unos 75cm de tamaño sumamente territorial y al verlo a veces hay que pegarse al fondo y rodearlo para que no ataque. Otro de los hermosos habitantes fue una raya de vivos colores que nos miraba desde debajo de una piedra rodeada de corales.


Una vez acabado el curso nos trasladamos al Moon Dancing, unos bungalos que estaban en la parte oeste de la isla, a unos 20 minutos a pie por un caminito que te alejaba del ruido y de todo. Además los bungalos estaban a los pies de la playa por lo que hacia del lugar el sitio perfecto donde pasar los últimos días en la isla.
Dedicábamos el día a relajarnos, tirarnos al sol, o a la sombra, hacer un poco de snorkel por los arrecifes hasta que llegaba la tarde y nos hipnotizábamos con la puesta de sol.




Por las noches caminábamos hasta un restaurante del pueblo donde comíamos los mejores platos de la isla al mejor precio, ya que estaba algo retirado del pueblo y su comida casera era excelente. La vuelta de más de 40 minutos de caminata servía para bajar la comida además de para tomar algunos helados por el camino.
Al día siguiente la historia se repetía, en una de las entradas al agua vimos al terror de los mares, un tiburón de casi un metro que a ultima hora antes de que caiga el sol, se acercaba a los arrecifes para alimentarse. La primera vez me toco a mí, pero al siguiente día la Chini salió a su encuentro hasta que se lo encontró.
Así pasamos nuestros últimos días en Asia, en estrecho contacto con la naturaleza, sin ruidos, sin itinerarios, preparándonos para decir adiós, para la vuelta, que inexorable nos alcanzaba.

Los días en Koh Tao pasaron, luego de un aprendizaje de 4 meses habría que volver, llegamos a Bangkok una vez más, pero esta vez para tomarnos nuestro vuelo de vuelta a Barcelona al día siguiente.
La última noche fue en un tremendo hotel donde teníamos y nos dimos todos los lujos. Vimos algunos videos, comimos en la cama, dormimos realmente cómodos, desayunamos hasta explotar, nos bañamos en la pileta, y ya con todo empacado y limpio nos pusimos las mochilas. Pasamos algunas horas mas por Bangkok y ya a la tarde, luego de que cayera el sol, curiosa sutileza, nos subimos, conmovidos al autobús para ir al aeropuerto.